Parece un chiste, sin embargo, es una realidad. Una pareja de sueco está intentando reunir 15 millones de dólares para comprar los derechos de la clásica canción navideña, Last Christmas, del dueto británico musical de la década de los 80, Wham!, por una verdadera e insólita razón: No quieren que suene más nunca.
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Last Christmas
Desde su publicación en el Reino Unido hace 35 años atrás, la canción interpretada por Andrew Ridgeley y el ya fallecido desde el 2016, George Michael, se convirtió en una pieza musical infaltable en épocas decembrinas en millones de hogares de los Estados Unidos y gran parte de Europa.
La magnitud de la canción es tan severa, que el pasado 2021 volvió estar en el puesto número uno de la lista de las canciones más escuchadas en Inglaterra en el mes de diciembre y entró en el top diez anual en toda Gran Bretaña.
No obstante, a pesar de su popularidad existen en específico dos personas que sienten todo lo contrario con respecto a los sentimientos y fanatismo que genera la canción. Tomas Mazetti, de 55 y su mujer Hannah, de 33 años, indicaron al Daily Mail que están en campaña para ahorrar la estrambótica cifra de 15 millones de dólares para apoderarse de los derechos de Last Christmas, ya que se hartaron de escucharla a lo largo de sus vidas.
El porqué del odio
Hanna Mazetti, indicó en el medio ya citado, que el odio hacia la canción se generó cuando tenía 13 años. En una temporada navideña, la chica trabajó medio turno en un café de la ciudad de Oxford, Inglaterra, y según relató, el dueño del establecimiento gastronómico colocó la canción ininterrumpidamente durante toda su estancia laboral.
"No tenemos nada en contra del grupo, solo odiamos el tema. Alguien nos dijo que teóricamente era posible comprar los derechos de la canción y luego sacarla de todas las plataformas. Preguntamos entre nuestros amigos y se corrió la voz. Tal vez la próxima Navidad sea la última vez que la vamos a escuchar", indicó la pareja al ser consultados.
Las claves
- Hasta los momentos han reunido 60 mil dólares.
- Sus tres hijos, August de 16 años, Julian de 10 y Ada de 7, también se sumaron a la difícil e impensada misión.