El pasado viernes, a través de una pantalla de Zoom y desde Chile, Anita Alvarado tuvo que presenciar uno de los momentos más emotivos y significativos en la vida de su hija Angie: su boda. Lo que se esperaba fuera un momento de reunión y felicidad familiar, se vio empañado por la ausencia física de Anita, quien se vio imposibilitada de viajar debido a una restricción legal en la autorización de viaje de sus hijos menores.
PUBLICIDAD
El impedimento legal
Anita Alvarado, también conocida como la "geisha chilena", es una figura muy reconocida en Chile y más allá. En una entrevista con el diario LUN, Anita contó su lucha contra las restricciones legales que la mantuvieron alejada de la boda de su hija, Angie Alvarado, quien contrajo matrimonio en Australia con su pareja, Rodolfo Kamke.
A pesar de haber tramitado los pasaportes para todos sus hijos y de haber planificado el viaje con anticipación, el día más esperado se encontró con una dura realidad: "Teníamos todo listo, yo me saqué la mugre trabajando para que fuéramos todos, ni para taxi les iba a pedir a estos padres y no firmaron porque no me superan".
El problema radicaba en que, según la legislación chilena, para que los menores de edad puedan viajar fuera del país se requiere una autorización notarial de ambos padres, así como el consentimiento del tribunal de familia. Esta autorización, lamentablemente, nunca llegó.
Los lazos familiares a prueba
La querida influencer chilena dejó en claro que no estaba dispuesta a viajar sin sus dos hijos más pequeños. "¿Cómo iba a ir sin dos de mis hijos? Éramos todos o ninguno. El viaje siempre fue pensado para ir todos a estar con Angie. Los más chicos eran los más entusiastas, no los íbamos a dejar acá", declaró.
No obstante, a pesar de la dolorosa ausencia física, Alvarado y sus hijos se vistieron con sus mejores galas para sentirse parte de la boda, aunque fuera a través de una pantalla. "Lloramos de alegría por verla realizada y también de pena porque ella quería que fuéramos", explicó la personalidad de TV, quien añadió que llevaba puesto "un vestido maravilloso, negro", y que se maquilló bien, ya que sus ojos "no daban más de puro llorar".